viernes, 9 de enero de 2009

Staralfur

Siempre, durante por lo menos 10 años de mi vida, he tenido la mala costumbre de pensar que existe el luto despues de una relación. Francamente pienso que es un pensamiento egoista, porque no es nada más que desear de forma insensata que aquella persona que estuvo a tu lado y que amaste no llegue a otra persona antes de que lo hagas tu y no podemos vivir así.

La vida es un lista interminable de momentos, de personas, de comienzos y términos, de triunfos y fracasos, pero además es sólo un momento. Un instante, aquel que buscamos durante toda la existencia para que se de sólo una vez. Amargarse por algo que perdimos sólo nos impide ver lo bueno que viene más adelante, ni siquiera, lo que hay en este presente que nos da siempre la bienvenida. Que nos espera y nos sorprende.

Hay dos forma de vivir esta vida: La primera consiste en tener la convicción de que cada día traerá algo nuevo a nuestra puerta, que seremos cada día mejores, que no existe un destino sino el camino que nosotros mismos trazamos mientras lo vamos recorriendo. La segunda manera es todo lo contrario y completamente opuesta.

Cuando existe pureza en el alma y la confianza de que su presencia es algo bueno, cualquier decisión que se tome es una buena decisión. En mi vida he tomado tantas malas decisiones como buenas, pero eso es relativo al momento ya que toda opción guarda siempre 2 perspectivas en sí. Al momento de tomarla siempre tomamos en consideración sólo una de aquellas perspectivas y cuando vemos la opuesta sentimos que nos hemos equivocado, pero no es así. Las decisiones son algo tan cotidiano como levantarse al nuevo día, es decir, son una constante. Lo que las hace buenas decisiones no son las consecuencias de haberlas tomado, son los motivos que la impulsaron. Debemos aprender que las buenas decisiones no siempre tienen buenos resultados para todos. En el trabajo se puede ver con mucha claridad, porque en estas instancias las decisiones no dependen de los sentimientos, sólo de una mejor gestión. Pero esto nos enseña la inevitable dicotomía que existe en cada decisión.

Si alguien me preguntara por un consejo en este momento sería: Para. Respira. Piensa. Sonríe y luego dirime. El mundo está lejos de decidirse en 5 minutos y cuando te das cuenta que nadie te está apurando, la vida se hace inmediatamente más ligera.

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